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6 consejos para gestionar los egos dentro de un equipo

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4 minutos de lectura

Existe un proverbio muy antiguo que dice que “está en la naturaleza del ego tomar, y en la naturaleza del espíritu compartir”. Cuando en un equipo se juntan varias personas con mucho talento se pueden obtener resultados extraordinarios, aunque para ello es necesario encontrar el equilibrio entre ambas naturalezas.
El ego es propio de las personas virtuosas que sienten amor por lo que hacen y están seguras de sí mismas. Suelen ser muy exigentes, tanto consigo mismas como con los demás, y acostumbran a tener muy en cuenta el factor motivacional: uno de los motores de su desempeño es el reconocimiento a sus logros, además de la realización personal.

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Así pues, podríamos afirmar que sin ego no hay talento, y sin reconocimiento no hay ego. Esta retroalimentación es muy necesaria a la vez que comprometedora si no se gestiona bien dentro del equipo. En un momento dado cada uno creerá que posee la mejor solución, algo que puede provocar un choque si no existe el espíritu de consenso.
Si quieres encontrar dicho equilibrio para obtener grandes resultados de grupo sin que nadie renuncie a su individualidad, a continuación te damos 6 consejos que te ayudarán a gestionar los egos dentro de un equipo.

1. Fomenta una cultura del respeto

La cultura empresarial imprime el carácter de la compañía, pero también actúa como una carta magna o código ético entre los empleados. Tu equipo debe saber que el trabajo no es una competición sino un proyecto común donde cada uno puede crecer personal y profesionalmente. Ese espíritu colaborativo debe reflejarse en cada una de las directrices de la organización y sus proyectos. Cuando formes un equipo o incorpores a un nuevo miembro, recuérdales siempre cuáles son los valores éticos y humanos de la empresa y las relaciones que deben establecerse entre todos los que forman parte de ella. Esas relaciones deben basarse en la confianza, el respeto y el compromiso, y es tu deber promover el clima adecuado para ello. En este sentido, lo primero que debes hacer es aplicártelo a ti mismo/a para tener credibilidad. También puedes recurrir a organizar encuentros o actividades de Team Building para crear sentimiento de pertenencia a la empresa y fomentar las buenas relaciones entre compañeros.

2. Recuerda que todos vais en el mismo barco

El trabajo en equipo es la suma de muchas o varias individualidades que trabajan para lograr objetivos comunes. La relación entre lo particular y lo colectivo debe funcionar en perfecta harmonía, lo que significa que el líder del equipo debe saber sacar lo mejor de cada uno para obtener los mejores resultados individuales y sobre todo grupales. Tan importante es que cada miembro del equipo asuma responsabilidades y se muestre proactivo en los proyectos – aportando talento y esfuerzo – como que todos sepan que en el horizonte están siempre las metas comunes (de ellos como grupo y de la empresa como negocio). Si, como líder, les recuerdas a los miembros de tu equipo que los resultados que esperas son los colectivos y que todos deben remar en la misma dirección evitarás que el proyecto se convierta en una lucha de egos. Aprovecha las reuniones periódicas para repasar los objetivos comunes y anímales a cooperar para alcanzar el éxito de todos. Si ves que las personas se han vuelto demasiado competitivas entre sí, puedes enseñarles los resultados de competidores externos para hacerles ver que es a esos a quien deben superar. Llevado a un extremo podría interpretarse como “buscar un enemigo común” para fortalecer el grupo, aunque nunca debes enfocarlo en términos negativos. No se trata de ir “en contra de”, sino “a favor de” superarse como equipo y buscar la excelencia.

3. Plantea retos

Como hemos dicho, las personas con talento son de naturaleza inconformista y le dan mucho valor a la motivación. Eso significa que si no se sienten realizadas en lo que hacen o no asumen responsabilidades, pueden aburrirse con facilidad y generar tensiones con los demás. Para mantener a tu equipo ocupado, debes plantearles grandes retos y desafíos, proporcionales a su nivel de talento y a sus rasgos y cualidades personales. Si los planteas a largo plazo, se mantendrán comprometidos durante mucho tiempo y pondrán a prueba sus habilidades y conocimientos en beneficio del equipo. Eso sí, para que eso sea efectivo debes conocer muy bien a cada persona, saber sus inquietudes y decidir qué mensaje es el más adecuado para sus aspiraciones personales. Si les convences, su compromiso y su productividad serán óptimos.

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4. Da margen y sé equitativo en las recompensas

Para que cada uno se sienta valorado en lo que hace, es necesario que el líder pase tiempo de calidad con su equipo, comunicándole a cada uno cuánto aprecia sus contribuciones y le dé el impulso necesario para alcanzar los objetivos. Tanto a nivel moral como económico, es muy importante la equidad: nunca tengas tratos de favor con aquellos que sientas más afines. Eso puede ser contraproducente tanto para aquellos que se sientan infravalorados como para aquellos que vean inflado su ego de manera que puedan sentirse superiores a los demás.

5. Aprende a resolver conflictos

Los conflictos son inevitables en entornos de trabajo en equipo porque forman parte de la condición humana. Gestionar la convivencia nunca es fácil, pero hay que saber resolverlo de manera eficaz para evitar problemas mayores. Un conflicto debe ser resuelto de la manera más rápida y diplomática posible para que no se convierta en un problema. Fomentar una relación sana dentro y fuera del trabajo es esencial. En resumen, ten asumido que algunas desavenencias no se pueden evitar, pero sí que se repitan. Está en tus manos.

6. Haz valer tu liderazgo

Tu equipo tiene talento y personalidad propia, pero no todo el mundo puede ser líder. Probablemente en un futuro cada uno podrá desarrollar sus propias ambiciones y liderará su propio equipo, pero por el momento ellos forman parte del tuyo. No hace daño recordarles que eres el responsable para lo bueno y para lo malo: eres tú quien, en última instancia, tomará las decisiones más complejas. Eres tú quien estará al frente cuando las cosas se pongan difíciles, pero también es necesario que el grupo sea consciente de que el éxito del proyecto también es común. Asegúrate de que todo el mundo esté centrado en sus funciones y camine hacia ese objetivo común.

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